A partir del próximo 28 de marzo, Amazon cambiará de forma drástica la gestión de la privacidad en sus dispositivos Echo. Los usuarios se verán obligados a permitir que todas sus grabaciones de voz sean enviadas y procesadas en la nube de Amazon, eliminando la posibilidad de optar por el procesamiento local que existía hasta ahora. Esta medida, que llega junto al lanzamiento de Alexa+, ha generado una fuerte controversia al poner en jaque la privacidad de millones de usuarios.
Hasta este momento, los usuarios podían configurar sus dispositivos para evitar que sus grabaciones de voz fueran enviadas a los servidores de la compañía. A partir de la nueva política, esta opción desaparecerá. El cambio afecta tanto a quienes quieran disfrutar de las nuevas funciones de Alexa+ como a los que prefieren seguir utilizando la versión gratuita del asistente de voz.
Un cambio sin vuelta atrás: ceder datos o perder funciones
Los usuarios que tenían activada la opción “No enviar grabaciones de voz” ya han recibido un aviso por correo electrónico informando de que sus comandos serán registrados y almacenados en la nube de Amazon. Esto afectará a funciones clave, como la identificación de diferentes voces, que quedarán deshabilitadas si no se acepta el nuevo tratamiento de datos. En otras palabras, o se aceptan las nuevas condiciones de uso, renunciando a parte de la privacidad, o se pierde parte del atractivo y utilidad de los dispositivos Echo.
Amazon ha justificado este cambio con el argumento de que las nuevas funciones de Alexa+, basadas en IA generativa, requieren la capacidad de procesamiento en la nube. En un comunicado oficial, la compañía ha señalado:
“A medida que continuamos ampliando las capacidades de Alexa con funciones de Inteligencia Artificial Generativa que dependen del poder de procesamiento de la nube segura de Amazon, hemos decidido dejar de brindar soporte a esta función”.
Además, Amazon afirma que todas las solicitudes de voz de Alexa se cifran al enviarse a la nube y que la plataforma cuenta con múltiples capas de protección. Los usuarios pueden acceder a diferentes configuraciones de privacidad a través del panel de control de Alexa en la app o en línea, aunque la posibilidad de evitar el envío de grabaciones desaparecerá definitivamente.
Precedentes preocupantes y posibles enfrentamientos legales
Este movimiento ha despertado críticas generalizadas, no solo por la imposición a los usuarios, sino por los precedentes que arrastra Amazon en materia de privacidad. En el pasado, la compañía ha sido multada por permitir que empleados accedieran a grabaciones privadas recogidas a través de dispositivos como las cámaras Ring.
La justificación de Amazon es que Alexa+ debe ser rentable, y para ello necesita trabajar con los datos de los usuarios. Una vez más, la rentabilidad se impone sobre la privacidad: “Si los datos son realmente privados, ¿cómo van a hacer rentable algo con lo que no pueden trabajar ni vender?”, se preguntan muchos expertos.
El escenario plantea un conflicto importante: los usuarios deben elegir entre ceder sus datos y mantener el acceso a las funciones avanzadas o proteger su privacidad y renunciar a parte del rendimiento de sus dispositivos. Además, todo apunta a que esta situación podría acabar en los tribunales europeos, dada la estricta regulación en materia de protección de datos de la Unión Europea. Bruselas, que ya ha tenido roces con gigantes tecnológicos como Google, podría enfrentarse de nuevo a una compañía que prioriza sus intereses económicos frente a la privacidad de los usuarios.
En definitiva, el cambio anunciado por Amazon abre un nuevo debate sobre hasta qué punto las grandes tecnológicas pueden condicionar el uso de sus dispositivos a costa de la privacidad, y si el usuario realmente tiene capacidad de elección o simplemente se ve arrastrado por las decisiones de las plataformas.
Fuente: El chapuzas informático